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Alfredo Zamudio: “Crear el espacio para escucharnos es un acto de generosidad”


"En toda situación de conflicto hay seres humanos. El asunto es cómo los conectas, cómo tratas que el otro te vea y tú veas al otro. Si tu única respuesta a una situación de conflicto es más violencia, no la estás transformando pacíficamente, estás haciendo la guerra", es lo que plantea Alfredo Zamudio, director del Centro Nansen para la Paz y El Diálogo. Les invitamos a leer esta entrevista sobre la relevancia de escucharnos publicada en la Revista Universitaria N° 174, publicada en septiembre de 2023.

manos entrelazadas

photo_camera "Crear el espacio para escucharnos es un acto de generosidad", dice Alfredo Zamudio. Imagen: Revista Universitaria.

He vivido en Noruega alrededor de 47 años. Mi relación con Chile es esporádica. Pero, a través de nuestros colegas, de lo que sale en la prensa y de nuestros talleres de escucha en la Araucanía, en Santiago y en Arica, tengo cierta información sobre cómo está el ánimo de las personas aquí. Veo que hay una sensación de que ojalá algo bueno suceda. Hay cansancio. Hay incertidumbre. Hay dolores, miedo y rabia. Y, aun así, hay una necesidad, una esperanza. Eso es terreno fértil para crear conversaciones.

No son ganas de aniquilar al otro ni de borrar al adversario del mapa, sino que se trata de una situación reversible. Totalmente reversible si están las voluntades.

Historia y memoria

Una parte de nuestro país tiene una memoria muscular y emocional sobre lo que pasó hace 50 años, porque estuvimos a este lado del cañón recibiendo el impacto de la violencia. Otra parte solo tiene eso como una historia, sin necesariamente una conexión directa.

Crear el espacio para escucharnos es un acto de generosidad. Al mismo tiempo, en ese proceso no debemos confundirnos entre la historia y la memoria. La historia puede tener distintos autores y distintas opiniones. Pero la memoria de quienes estuvieron ahí, sus emociones, no son transables.

Hace poco visité el lugar donde mi papá fue detenido el 12 de septiembre de 1973.

Yo tenía 12 años. Me paré en ese lugar y mi reflexión fue que cuando dicen que debemos superar ese dolor, entiendo intelectualmente lo que significa ese pedido, pero mi respuesta emocional es recordar la memoria de mi papá. Recuerdo cómo fue detenido, cómo le agacharon la cabeza y lo metieron al auto. No puedo sacarme ese sentimiento. Eso lo tengo 50 años después y lo voy a tener mientras esté vivo.

Creo que nos enriquecemos cuando podemos contarnos estas cosas. Esto es parte de nuestra historia, parte de lo que nos hace chilenos. También es lo que el mundo está viendo desde afuera. ¿Qué pasa con Chile? ¿Cómo avanza o cómo no avanza con sus dolores? España tiene muchos problemas para mirar su período de dictadura. Argentina lo ha hecho de una forma, Colombia está en el proceso. Es difícil conversar con la historia y la memoria. Pero no nos queda otra que dar ese espacio generoso a la conversación para quienes necesiten y deseen hacerlo.

"El diálogo no es justificar. No es perdonar. No es aceptar lo que el otro ve. Tal vez en este proceso suceden cosas. Tal vez no. Los impedimentos aparecen si uno tiene expectativas de que va a lograr una solución la primera tarde (...) En un proceso de diálogo, uno tiene que aguantar esas tensiones" - Alfredo Zamudio.

Humanizar al adversario

Cuando era estudiante, trabajaba en un hospital en Oslo. Una vez me llamaron al departamento de geriatría psiquiátrica y me dijeron que tenía que cuidar a una persona. Entré. Había un señor sentado en la cama, esperando que alguien viniera. Me presenté y le pregunté cómo quería que lo ayudara. Lo empecé a afeitar y me contó su historia. Me habló de Himmler, de Göring, de Hitler. En un momento, salí a la sala de descanso de los enfermeros y pregunté: “¿Quién es él?”. Había sido ministro de Justicia durante la Segunda Guerra Mundial. Y estaba ahí. Era una persona endeble. Había estado en la cárcel desde la guerra hasta ese momento. Necesitaba que alguien lo cuidara y lo tratara con dignidad. Y lo hice. Lo vi como una persona anciana.

Pensé: “Qué ironía del destino. Alguien como yo hubiera sido fusilado 40 años antes por decisión de él, pero 40 años después una persona como yo lo atiende y lo mantiene con vida”. Eso me enseñó a ver al ser humano como algo muy frágil.

En toda situación de conflicto hay seres humanos. El asunto es cómo los conectas, cómo tratas que el otro te vea y tú veas al otro. Si tu única respuesta a una situación de conflicto es más violencia, no la estás transformando pacíficamente, estás haciendo la guerra. Y la guerra tiene olor a sangre, olor a muerte. ¿Cómo sacar el miedo de la ecuación? Si el miedo y la rabia están, es muy difícil. Hay una serie de estrategias dentro del trabajo de paz sobre cómo entrar a esa situación, pero es clave asumir que la otra persona también es un ser humano con necesidades.

Diálogo inclusivo

El diálogo no es justificar. No es perdonar. No es aceptar lo que el otro ve. Tal vez en este proceso suceden cosas. Tal vez no. Los impedimentos aparecen si uno tiene expectativas de que va a lograr una solución la primera tarde. Puede que la primera vez haya una conversación explosiva, con muchas emociones. En un proceso de diálogo, uno tiene que aguantar esas tensiones. Pero tener aguante no significa aceptar lo que el otro está diciendo, sino decir: “¿Qué pasa si escucho un poco más? ¿Qué pasa si trato de entender lo que está debajo de lo que me estás diciendo?”.

El diálogo es un término que la academia, la prensa y el mundo político usan mal. En vez de decir negociación, usan la palabra diálogo. ¿Por qué? Porque la gente que está detrás de mí no acepta que yo negocie. No confía en el otro. Se interpreta como una entrega, como una transacción. Hay muchas sospechas. ¿Quién me dio la autoridad para sentarme con el adversario? ¿Cuán representativo soy? Por eso, un diálogo no es solo entre las partes. Como es un proceso inclusivo, también incorporo a quienes están en la periferia. Necesito tener ese tipo de conversaciones con todos los que están a mi lado de la brecha.

“Cuando la dejas suelta, la violencia es un animal incontrolable"

—Todos nuestros ojos están puestos en la invasión rusa en Ucrania, pero esa no es la única guerra actual. ¿Cómo estimulamos la idea de que importa superar todos los conflictos, no solo algunos?

—Son muchas las formas, pero se trata, sobre todo, del imperativo de no aceptar las voces que dicen que la única opción de transformar los conflictos es con más conflicto. Ese es un primer paso: ser intolerante con la guerra y la violencia como una forma de transformar los conflictos sociales y políticos.

En Chile tuvimos consecuencias terribles la última vez que aceptamos una salida violenta a un conflicto político. A algunos de nosotros nos ha costado 50 años reparar las emociones de eso. Y nuestro conflicto, comparado con otros, fue diferente. Hubo un dolor humano grande, pero no fue Colombia, Sudán ni Ruanda.

¿Cómo se aborda? Siendo conscientes de que, sin importar cuán difícil es el problema, hay que optar por las soluciones políticas y democráticas. Cuando la dejas suelta, la violencia es un animal incontrolable.

—¿Cómo describe el trabajo del Centro Nansen en la Araucanía y cómo avizora la relación entre el Estado y sus pueblos ancestrales?

—Cuando recibimos la invitación de los rectores de las universidades de la Araucanía, vimos que la carta invitaba al país a tener una política de Estado para lo que afecta a la región. Una política de Estado es diferente a una política de Gobierno. Es más profunda y dura más tiempo. La invitación que nos hicieron es a contribuir para reparar las relaciones entre el pueblo mapuche, Chile y sus instituciones.

En conflictos complejos uno tiene que ver si hay tres componentes: capacidades o instituciones, conocimiento sobre cómo solucionar el problema y voluntad, tanto institucional como política, para hacer la transformación. Chile tiene capacidades e instituciones y tiene conocimientos, pero las voluntades institucionales y políticas están un poco dispersas.

Para hacer algo con las voluntades, tienes que hacer algo con las confianzas. Que las personas, a través de otra estrategia, conversen sin que el primer paso sea necesariamente un acuerdo. Desde mediados de 2021, hemos hecho más de 50 talleres, además de puntos de encuentro y diálogos temáticos. Estamos bordeando las mil personas que han participado. Son talleres de dos días con dos elementos pedagógicos: uno es la entrega de herramientas de diálogo; el otro, la experiencia del diálogo. ¿Qué sucede cuando personas de lados opuestos se encuentran? No lo hacen para llegar a un acuerdo. Se encuentran para aprender, al alero de las universidades, cómo uno conversa sobre lo que nos divide.

—A propósito de instituciones, ¿qué falló en el primer intento de cambiar la Constitución?

—No puedo decir qué falló, porque esa es una decisión de los chilenos que viven en Chile. Lo que le dijimos a la Convención, en la plenaria y en otro evento, fue que en un proceso de reencuentro como ese son varios los tipos de conversación necesarios. Una es la conversación entre los convencionales. Otra, entre los convencionales y la ciudadanía. Y, además, una conversación entre la ciudadanía. La falta de conversación en esos niveles adicionales tal vez es parte del resultado que hubo.

—Con el desarrollo tecnológico, ¿el mundo corre un riesgo de deshumanización? ¿Cómo puede impactar esto en los esfuerzos de diálogo?

—Aquí me toca hablar solo como Alfredo. Creo que el ser humano tiene que ir lento en esto. Si creemos que lo automático es lo mejor, corremos el riesgo de no ver a quienes no tienen fuerza, a quienes no tienen un valor para los grandes promedios. Ahí hay que tener mucho cuidado. ¿Cómo decides qué es válido, qué vida es válida? Debemos tener mucho control de la situación. Los promedios no son incluyentes; nos meten en muchos problemas de vez en cuando. También se dice que los derechos humanos de las minorías no deben depender de las mayorías, porque si dependen de ellas, muchas veces no van a ser respetados. ¿Nos podemos farrear lo que tenemos si dejamos que la existencia futura sea determinada por decisiones automáticas?

Lee más contenidos de la Revista Universitaria n° 174.

Conoce: el Centro Nansen para la Paz y el Diálogo y el Centro para el Diálogo y la Paz de la UC


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